sábado, 10 de noviembre de 2012

24. Iquitos, Una Jungla con Belleza Arquitectónica…


Llegué al Puerto de Iquitos un domingo 10 de diciembre cerca a la 1pm, había navegado los últimos 4 días en la Ruta Pucallpa – Iquitos (en los Ríos Ucayali y Amazonas). No me había bañado durante todo ese tiempo, así que cogí mi mochila y tras algunos empujones desembarqué del Henry 5. Llegué a la Avenida y tomé una mototaxi hasta un hotelito que me habían recomendado ubicado a una Cuadra de la Plaza de Armas. En el camino pude verificar que se mantenía parte del formato de Pucallpa con los centenares de motos y mototaxis andando por todas las pistas existentes.  

Ingresé al hotel y recuerdo que terminado mi check in, el recepcionista me dijo: ”por favor, las chicas que traigas tienen que tener DNI”, yo le dije, obvio que si traigo a alguien sería mayor de edad y él me respondió que me lo decía porque en Iquitos había mucho turismo sexual y que muchos hoteles estaban luchando en contra del turismo sexual infantil y de menores de edad. La verdad no me sorprendió mucho, ya que en la navegación habían chicas menores que te las llevabas si les ofrecías donde vivir y comer, siendo triste esta realidad pero era el día a día de la zona.

Ya instalado en el hotel y tras un rápido baño, salí a descubrir la gran ciudad. Primer punto, la Plaza de Armas con su pequeño Obelisco, donde está la Catedral y la conocida Casa de Fierro que fue diseñada por el arquitecto francés Gustavo Eiffel (El mismo de la torre Eiffel), aquí tomé algunas fotos y sin dar muchas vueltas, me tomé un clásico colectivo, con chasis de Madera y sin vidrios en las ventanas para llegar hasta el Complejo turístico Quistococha. Llegando allí después de varios minutos y dosis de calor incalculables. Antes de entrar, decidí almorzar en uno de los restaurantes que están al ingreso. Revisé la carta y mientras leía, sabía que había que cambiar algunos patrones de alimentación, así que me lancé a la aventura culinaria pidiendo de entrada un Palito de Suri a la Parrilla más un plátano a la parrilla también (este último fue un manjar), y de segundo pedí Lagarto, la verdad todo estuvo muy rico y diferente, pero la digestión de todo eso me tomó más de 1 día, imagino será por que mi organismo no estaba acostumbrado a estas delicias.

A Quistococha ingresé cerca a las 4pm, por lo que tuve solo 1 hora y un poco más para visitarlo antes del cierre. Lo primero que me fascinó fueron los escritos que habían en el camino, estos explicaban algunas leyendas y mitos de la Selva. Recuerdo la del Tunchi, que según decía “es un Alma que vaga en pena en lo profundo de las noches más oscuras”, y continuaba el escrito, diciendo que se manifestaba con un tenue sonido que va incrementando los decibeles poco a poco hasta llegar a ser un silbido muy agudo que te llena de escalofríos, para finalmente desaparecer en la Jungla. Tal vez no era creíble este mito, pero muchos en la selva te confirman que existe. Esa tarde leí varios como la Sachamama, El Yacuruna, El Chullachaqui, La Sirena Amazónica, entre muchas otras leyendas, todas muy interesantes y lo mejor es que te mostraban una arista más de la cultura selvática.

Dentro del complejo, a parte de la Hermosa Laguna Quistococha con su Playa artificial donde la gente se divierte, hay un museo, un acuario, un serpentario y un zoológico. Si bien estoy en contra de mantener a los animales enjaulados y fuera de su hábitat natural, se que a veces es la única forma de conocerlos, así que recorrí todo el lugar que contaba con una variedad interesante de fauna amazónica, como las Tortugas de río, Monos choro,  Paiches, la Nutria de río, Monos guapo, Cigüeña Gaban, Águila Pescadora, Coaties, Caimanes, Pumas, Ronsocos, Tigrillos, Sajinos (chancho de la selva), innumerables tipos de aves y Serpientes, entre otros. Lo más interesante fue que había un comerciante con una boa viva, que por algunas monedas te dejaba ponértela en el cuello para que inmortalices el momento con una foto. Sin dudar la tomé, de hecho con algunos temores y nervios saltados en adrenalina, pero que completaban la experiencia en la selva.

Finalmente y después de haber recorrido todo el Recreo, caminé por los alrededores la de bella laguna, donde habían algunos puntos de descanso con techos de hojas secas y sillas, ahí me tomé unos minutos para disfrutar del silencio, pasividad y contrastes del lugar. Las vistas fueron increíbles entre la naturaleza, el cielo y el espejo que se formaba en sus aguas. Ya de salida, algunas personas continuaban jugando vóley en la Playa, nadando en la Laguna y algunas otras tomándose algunas cervezas para no perder la costumbre etílica.

Ya eran cerca de las 5.45pm y comencé el retorno, pero antes hice algunas compras de souvenirs clásicos en un centro artesanal, llegando ya de noche a la Ciudad, donde al bajar del colectivo quedé asombrado por el contraste de la iluminación con la arquitectura de la Catedral, que para mi felicidad estaba abierta, así que aproveché en ingresar para agradecerle a Dios por el gran viaje que hasta el momento llevaba y de paso alzar algunas oraciones para que me ayude a llegar al siguiente objetivo: La Reserva Pacaya Samiria. Esa noche, había quedado en reunirme con mis amigos Roger y Gerson, a quienes conocí en la embarcación Henry 5, por lo que nos juntamos en un restaurante a comer un clásico pollo a la brasa, pero para marcar la diferencia con la Capital (Lima) lo combinamos con unos ricos jugos de Aguaje y de Camu Camu, esta ultima me encantó. Transcurría la noche, y si bien esa cena fue muy divertida, mi garganta me pedía una cerveza, y como mis amigos eran Cristianos Evangélicos, no tomaban. Situación que hizo que después de una fraternal despedida en la puerta de mi hotel, saliera minutos más tarde como un galgo en busca de un bar o discoteca. Así que esa noche cumplí con excesos mi deseo alcohólico entre bailes y nuevas amigas pasajeras.

Al día siguiente, me levanté muy temprano, era lunes. Tomé desayuno y salí a recorrer el Malecón Tarapacá a orillas del Rio Itaya (que antes era el Amazonas, pero como todo río caminante y las temporadas de lluvia y sequia, cambió de curso). Aquí hay algunos centros de artesanía, y también unas construcciones antiguas que muestran el apogeo de Iquitos y el lujo de la Época del Caucho, Ejemplo de ello es el Ex Hotel Palace, uno de los más lujosos a principios del siglo 20. También tienes una vista del distrito de Belén donde los pobladores han construido sus casas sobre palos de madera o balsas, por lo que en época de crecida viven en el segundo piso y navegan por sus calles, por eso es conocido como la Venecia Peruana. En este distrito también hay un mercado muy visitado, donde uno encuentra de todo y al cual iría antes de retornar a Lima para comprar la rica cecina, majaz y los macerados típicos de la selva, entre otras curiosidades.

Esa mañana solo pude recorrer la ciudad hasta las 10.30am, ya que luego tenía que reunirme con el Director o representante de la Reserva Pacaya Samiria para que me contacte con los comuneros de la zona, y puedan recibirme y hacerme un tour por todo el lugar. Contactarlo fue bastante difícil, ya que nosotros nos comunicamos por radio a un punto de control, y luego esta persona, mandaba a llamar al comunero con alguna balsa que esté pasando por ahí, luego el comunero venía y esperaba a que nos contactemos, así que el tiempo de respuesta no era preciso, podía demorar 2,4,6 horas o más. Finalmente, y luego de 3 o 4 horas de espera, logramos comunicarnos con el comunero Mario. A él le expliqué lo que quería y negociamos el precio por lo servicios. En realidad era mi única opción así que sin dar muchas vueltas cerramos el trato por un tour de 6 días en la Reserva, quedando eufórico, ya que cumpliría uno de esos sueños de niño, en el que uno se imagina navegando en la jungla con cocodrilos y animales por doquier. Quedaban pocas horas para el inicio de esa aventura, pero antes debía hacer algunas compras, y es que el guía me dictó una lista de cosas indispensables para llevar, dentro de lo mas resaltante estaban un poncho para la lluvia y botas de caucho, así que con mi lista en mano fui a buscar todo el pedido, para luego recoger mi mochila del hotel y partir hacia la ciudad de Nauta, a 1hr y media aprox. de Iquitos (poco más de 100km), donde tenía que pasar la noche, ya que desde allí empezaba el tour.

Finalmente ya oscureciendo, me dirigí al paradero de colectivos hacia Nauta, donde gracias al destino cogí el último, llegando a esta pequeña ciudad cerca a las 8.30pm. Allí me recomendaron un hotel en la misma plaza central (creo que no habían mas), que era más bien una casa hospedaje donde la Amazonía me seguía saludando con una lagartija camuflada en la pared del cuarto y un saltamontes en la mesa de noche. Solo quedaba dormir con ellos y tratar de recuperar fuerzas para empezar al 100% mi aventura en la Selva de los Espejos al día siguiente.


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